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Clásica San Sebastián: Murgil, otro puerto conquistado

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El público se vuelca con los ciclistas rezagados en los últimos metros de Murgil Bidea. / REPORTAJE FOTOGRÁFICO IÑIGO ARIZMENDI

  • El último kilómetro del puerto congregó a la mayor parte del público, que vivió con entusiasmo el paso de los corredores

  • Los ciclistas sintieron el aliento de miles de aficionados que abarrotaron la calzada

El día acompañaba. Buena temperatura y cielo nublado -antes de caer el chaparrón-. Descartada la opción de ir a la playa, Igeldo se convertía en el destino perfecto para pasar un día agradable con los amigos o en familia, y ver a los mejores ciclistas del circuito mundial.

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Murgil Bidea no defraudó y miles de seguidores se acercaron hasta sus dos kilómetros de puerto para presenciar la carrera ciclista del año en Donostia. De buena mañana los aficionados empezaron a invadir el lado derecho de la calzada. Los mejor preparados consiguieron subir en sus bicicletas sin echar pie a tierra. Otros no corrieron la misma suerte. Mención especial merecen los que hacer cumbre una vez les pareció poca cosa y repitieron todas las veces que sus piernas les permitieron. Se llevaron la admiración de un público que yacía a la espera de los ciclistas.

Los más cómodos optaron por ir en coche y al kilómetro del puerto plantaron un auténtico campamento provistos de sillas, mesas e incluso una barbacoa. La envidia de todos los clicistas que aún tenían que afrontar los repechos más duros.

La mayoría tiró por lo clásico. Bicicleta, bocatas y cervezas. Nada más aparcar las bicis los exhaustos seguidores desenvolvían el papel de aluminio con ansía y seguidamente buscaban sus latas de bebida en las mochilas para hidratarse.

El número 82 de Murgil Bidea fue la zona más concurrida del puerto. Centenares de aficionados se localizaron en esta curva de asfalto rugoso, uno de los puntos más duros de la subida, cerca del final. Ahí destacaba un amplio grupo de donostiarras: Sergio, Iñigo, Asier, Marko, Ramón, Miguel y Gonzalo. Este último, colombiano, esperaba con ganas el paso de sus compatriotas Rigoberto Urán y Jarlinson Pantano. No perdieron detalle de la carrera desde el portátil que tuvo que cargar Iñigo. Los hermanos Yates, Valverde y Purito fueron los nombres que más se repitieron en la porra que se jugaron.

Llegaron sobre las doce de la mañana, provistos de bocatas y barriles de cerveza, y subieron hasta la meta de montaña donde Caja Rural repartía camisetas del equipo. El conjunto navarro ha llenado el vacío dejado por Euskatel y el verde cada vez se deja notar más por los puertos vascos, en detrimento del naranja.

Más adelante, cuatro amigos del Antiguo hincaban el diente al melón que habían comprado para el postre. El valiente que se había encargado de subir la pieza entera de fruta fue Uraitz, que aún se estaba recuperando del esfuerzo. Éstos no habían hecho porra aunque Ander se decantaba por Valverde o Purito. Sobre el nuevo camino Ander opinaba que «para ver prefiero Bordako, aunque Murgil es más largo».

Un cambio de planes

Más apurados llegaron Álvaro y Pili. Venían en moto de Jaizkibel donde vieron los dos pasos de los ciclistas. «Esto es una locura para rematar el día», indicaba Álvaro. «Hace dos años vinimos a Igeldo, el años pasado lo seguimos en casa con el fallo de la señal de ETB». Ayer no quisieron arriesgar y volvieron a la carretera. Su favorito era Purito, «sería la guinda» que ganase, concluía.

En el ambiente también se coló gente que no lo imaginaba al comenzar el día. Fue el caso de Yolanda y Omar, una pareja alicantina que se encuentra de vacaciones en Donostia. «Pensábamos ir a Zarautz por Igeldo, pero cuando hemos visto esto hemos hecho un cambio de planes». Omar sí es aficionado al ciclismo, Yolanda, a pesar de no ser una gran entusiasta de este deporte ya no olvidará Murgil.