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Clásica San Sebastián

Evenepoel desata la locura en Murgil

Los aficionados que se han congregado en la subida de Igeldo se han volcado con el joven belga y le han dedicado una sonora ovación

iker valverde

Sábado, 30 de julio 2022, 12:57

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Y de repente, se desata la locura. Los cientos de aficionados que se han acercado a Murgil han vibrado al paso de los ciclistas por esta exigente subida, cuya cima se encuentra a apenas 8 kilómetros de meta. Y, sobre todo, han sido testigos de la demostración de fuerza y calidad que ha ofrecido Remco Evenepoel. Todo un 'regalo' para aquellos que han desafiado al mal tiempo de esta mañana, que ha puesto en jaque la asistencia del público a la Clásica San Sebastián. La lluvia, añadida a un intenso viento, era una prueba para los más fieles. Y estos, han cumplido con creces.

A media mañana, ha ido amainando la lluvia y el cielo se ha comenzado a despejar, dando paso a unos tímidos rayos de sol. Los aficionados al ciclismo ya no tenían excusa para no acercarse a Murgil Bidea, y desde antes de la hora de comer se han comenzado a dejar ver en distintos puntos de la subida de aproximadamente dos kilómetros los primeros incondicionales. Aunque en el último es donde más gente se suele juntar, sobre todo a partir de la curva que encara el final de la subida. Y esta vez no ha sido menos.

Los más animados, han plantado sus sillas y sus mesas, incluso carpas, para disfrutar de un buen almuerzo acompañado de refrescos y cervezas. Y es que hasta antes de las 17.00 horas no estaba previsto que los favoritos llegaran a coronar Igeldo. La espera siempre es más cómoda acompañada de buenos amigos y buen picoteo. Por el momento, la naranja de Euskaltel Euskadi eran mayoría entre la gente.

Aitor Gorrotxategi e Iván Muguruza se han animado a venir desde la mañana. Pese a la lluvia, «íbamos a venir igual, tengo aquí en la mochila el chubasquero», decía Ivan antes de abrirse a una cerveza. «Tengo ganas de ver a Pogacar», cuenta Aitor, afirmando que le veía favorito para ganar. Ivan Muguruza se llevó un disgusto al enterarse de que Van Aert no podría estar por un resfriado.

«Después del espectáculo que ha dado en el Tour, apetecía verle por aquí», afirmaba. Desde Orendain ha acudido Aitor con la familia entera. «Hemos salido a las nueve de la mañana de casa», decía Aitor, claro animador del grupo. En la curva final de la subida, han plantado una carpa con el camping gas y ya se veía alguna botella de sidra descorchada. Animado él, ha acabado subiendo con un cuchillo a ayudar a montar la pancarta de un grupo de amigas.

«Yo tengo ganas de ver a todos», comenta. Es nuevo en la zona, ya que «nunca me he puesto en esta parte de la subida». Con asombro, «estas rampas son durísimas, ¡la leche!», ha concluido.

Llega la hora de comer y el sol empezaba a pegar fuerte. Aun así, ni las duras rampas de Murgil ni el calor impedían a aficionados subir hasta Igeldo con la bici. Algunos han tenido que descansar en mitad de camino exhaustos, pero el aliento de los aficionados que descansaban a la sombra con el almuerzo anima a los ciclistas a llegar hasta el final.

Aitor ha acudido con su cámara de fotos con la intención de inmortalizar a los participantes de la Clásica. Para sorpresa, no es aficionado al ciclismo, pero el plan de «foto, cerveza y parrillada» le ha convencido para pasar el día junto a sus dos amigos, estos sí seguidores del ciclismo. Habían subido en coche y ya habían plantado su ikurriña en la ventanilla, pero se han visto obligados a mover el coche ya que interferían en el camino.

Después de comer ha sido cuando ha llegado la mayor afluencia de seguidores. Las dos últimas curvas antes de coronar Igeldo han sido el epicentro de los aficionados. Los más ruidosos gritan cada vez que ciclistas se acercan al final de la subida. El sonoro grito de aliento hacía pensar que eran Yates o Pogacar quienes asomaban, pero la realidad decía que aún quedaba una hora larga. El último kilómetro se ha ido llenando de aficionados a medida que se acercaba el gran momento. A las 15.30 se cortaba la subida de vehículos a Igeldo desde Donostia, por lo que los más tardíos tendrían que subir a pie o entrar por el lado de Orio.

Un grupo de amigos donostiarra encabezado por Asier Alonso, participante de la última edición del Conquistador del Caribe, se encarga de ambientar la espera. Con un altavoz sonoro, y entre cerveza y kalimotxo, le da tiempo a bailar al son de 'Aldapan Gora' de Huntzak y demás clasicos de la música vasca y seguir alentando a los últimos valientes que siguen coronando la subida en bici. Han cogido la sombra sin intención de soltarla, ya que «se está muy bien».

Un poco más abajo se encontraba Pettan Uralde con su cuadrilla hernaniarra. Son aficionados confesos del ciclismo y no han querido faltar a la cita grande, y qué mejor escenario que la subida de Murgil. Él es del Athletic, y no ha dudado en acudir presumiendo de ello con su camiseta. «Llevábamos años sin venir y estamos disfrutando un montón», comentaba alegre antes de darle un sorbo a su cerveza. No tenía un favorito claro, aunque admitía que «la victoria debería estar entre Pogacar y Evenepoel».

La espera terminaba. Las motos de prensa y los primeros coches de equipo empezaban a aparecer entre la gente. Apenas había espacio entre la multitud, con ambos lados de la calzada casi pegados. Y de repente, se desata la locura. Aparece Remco Evenepoel entra la multitud de seguidores, jaleado por todos ellos y con la ventaja de quien se ve ganador. La afición, volcada con el joven belga, le dedicó una sonora ovación al corredor. Luego llegaron Sivakov, Mollema y el resto de competidores, pero ya sin tiempo para dar caza al ganador de la edición de 2019. Aun así, la afición no dejó de disfrutar del resto de corredores y llevó en volandas a los rezagados.

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